Investigadores del Hospital para Mujeres de la Universidad Brigham, perteneciente a la Facultad de Medicina de Harvard, lograron un descubrimiento sorprendente: identificaron cómo actúan la fe y la espiritualidad dentro del cerebro humano. A través de avanzadas técnicas de neuroimagen, los científicos localizaron un circuito cerebral específico vinculado a la experiencia espiritual. Este circuito se encuentra en una zona llamada sustancia gris central, una región que los médicos han estudiado durante décadas. Esa área participa en comportamientos desinteresados y en la capacidad de experimentar amor incondicional. El hallazgo, publicado en la revista Biological Psychiatry, asombró a la comunidad científica al mostrar que la fe se origina en una parte “primitiva” del cerebro, compartida con las emociones más profundas del ser humano. Este avance redefine la manera en que la ciencia comprende la espiritualidad como un componente esencial de la naturaleza humana.
El equipo utilizó una técnica innovadora llamada mapeo de redes de lesiones, diseñada para analizar cómo las lesiones cerebrales afectan los comportamientos humanos más complejos. Entrevistaron a cientos de pacientes a quienes se les habían extirpado tumores en distintas zonas del cerebro. Cada participante respondió preguntas sobre su vida espiritual antes y después de la cirugía. Los resultados se compararon con los de veteranos de la guerra de Vietnam que habían sufrido traumatismos cerebrales. A través del análisis, los científicos identificaron nódulos positivos y negativos en la sustancia gris central. Según la ubicación de la lesión, la fe de los pacientes podía aumentar o disminuir, revelando así un vínculo directo entre la estructura cerebral y la experiencia espiritual. Este descubrimiento abre un campo fascinante para la neurociencia: estudiar la fe como un proceso biológico sin reducir su dimensión trascendental.
Los científicos también observaron que enfermedades como el Parkinson pueden afectar las áreas positivas del circuito de la fe, reduciendo la sensación de conexión espiritual. Aun así, advierten que este hallazgo no establece una regla universal. Las variaciones individuales, las experiencias de vida y la influencia del entorno continúan desempeñando un papel determinante en la vivencia espiritual de cada persona. Los investigadores subrayan que comprender la fe desde la biología no significa limitarla, sino reconocer su base natural y su poder transformador dentro del cerebro humano. En palabras del estudio, la espiritualidad forma parte de la dinámica neurobiológica fundamental, mostrando que creer, amar y sentir esperanza son expresiones de la estructura misma de nuestra mente.
REDACCIÓN REVISTA EL ORADOR
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