Los cristianos nos regocijamos cuando los ateos rinden su vida a Cristo; sin embargo, normalmente solo vemos el resultado final. A menos que conozcamos personalmente al escéptico, rara vez obtenemos una imagen detallada de lo que provocó que esa persona se abriera a la fe. En su libro Atheists Finding God: Unlikely Stories of Conversions to Christianity in the Contemporary West [Ateos encuentran a Dios: Historias poco probables de conversiones al cristianismo en el Occidente moderno], Jana S. Harmon, profesora del Instituto C. S. Lewis y presentadora del pódcast Side B Stories, presenta los hallazgos de sus conversaciones con 50 ateos que llegaron a la fe. Christopher Reese, editor de The Worldview Bulletin, habló con Harmon sobre su investigación y sus implicaciones con respecto a compartir el evangelio con los escépticos.
¿Cuáles fueron algunas de las creencias comunes que los ateos que entrevistaste tenían antes de su conversión?
En términos generales, ellos veían la creencia cristiana y a los creyentes a través de una lente negativa. Al no estar expuestos a formas genuinas de creer y vivir la fe, muchos desarrollaron su percepción del cristianismo a través de una perspectiva cultural distanciada y poco amistosa, lo que trajo como resultado caricaturas y estereotipos reduccionistas. Por otra parte, aquellos que tuvieron algún contacto con la religión o con personas religiosas, encontraron que el cristianismo era deficiente y poco atractivo. A menudo representaban la fe como supersticiosa, delirante y sin educación, irreconciliable con la ciencia y las formas contemporáneas de pensar y vivir. Los cristianos a menudo eran vistos como intolerantes, fanáticos, prejuiciosos e hipócritas.
Curiosamente, no tantos de estos ex ateos tenían buenas razones para justificar su propia perspectiva atea. Parecían saber con mucha mayor claridad contra qué estaban, que aquello que decían defender. Muchos habían descartado fácilmente a Dios y la fe sin un análisis cuidadoso de qué era exactamente aquello que estaban rechazando y aquello que estaban abrazando. Simplemente, asumieron una perspectiva basada en lo que escucharon a su alrededor, ya sea en la cultura circundante o de autoridades respetadas.
Para muchos ex ateos, las experiencias difíciles de la vida los habían convencido de que no podía haber un Dios bueno, presente o poderoso. Otros tenían objeciones comprensibles contra el dogma, la Biblia, la irreconciliabilidad percibida entre la ciencia y la fe, la «mala» religión y las «malas» personas religiosas, así como contra varias afirmaciones cristianas sobre la moralidad.
¿Detectaste algún patrón en las circunstancias que llevaron a estos escépticos a reconsiderar el cristianismo?
Casi dos tercios de los ex ateos con los que hablé pensaban que nunca dejarían su identidad y perspectiva atea. No buscaban a Dios ni estaban interesados en conversaciones espirituales. Entonces, ¿qué rompió sus muros de resistencia? En general, las personas no se sienten cómodas cuestionando sus propios puntos de vista hasta que algo altera el statu quo. Y en estos casos, hubo algún catalizador, alguna forma de insatisfacción que los hizo cuestionar su propio ateísmo o comenzar a mirar más de cerca al cristianismo.
Todos queremos dar sentido al mundo y encontrar satisfacción en nuestras vidas. La insatisfacción puede impulsar la búsqueda de algo más allá de lo que nuestra visión del mundo tiene para ofrecer. Diversos anhelos disruptivos pueden crecer dentro de una persona a medida que busca mejores explicaciones para comprender el mundo que lo rodea, o bien su propia vida.