Frank Caprio es un juez estadounidense que en los últimos años ha conmovido en plataformas de redes sociales por sus sentencias llenas de compasión. En los recientes días el juez reveló que sufre de cáncer.
Esto lo informó él mismo a través de su perfil en Facebook. Se trata de un cáncer de páncreas que lo afecta a sus 87 años.
Es verdad que el abogado garantizó que se someterá al tratamiento para obtener una recuperación de la enfermedad, la cual fue descubierta a tiempo. “Hice un examen médico y el resultado no fue bueno. Fui diagnosticado con cáncer de páncreas, que es una forma insidiosa de cáncer”, reveló: estoy siendo tratado por un maravilloso equipo de doctores en Rhode Island y en el Instituto de Cancer Dana-Faber y en el Hospital General, en Massachusetts. Oro para que Dios guie sus pensamientos y sus manos para tratarme”, añadió. Su petición con su singular manera de ser ha conmovido miles de corazones que han desbordado su apoyo y amor hacia el carismático juez.
“Una cosa que la gente me pregunta es: ‘¿Qué puedo hacer por usted?’ Primero que todo, no podría agradecerles por su amistad y sus mensajes. Pero le pediría a cada uno de ustedes, por favor, que oren por mí”, dijo.
Asimismo, reconoció que la oración tiene poder y que realmente, además de un tratamiento que ya está cumpliendo, este clamor a Dios podría hacer la diferencia y tener un resultado inmediato.
Es importante destacar que Frank Caprio se volvió ampliamente reconocido a nivel mundial después de que muchos de sus casos fueran presentados en el programa local Caught in Providence. Caprio ocupaba el cargo de juez en el Tribunal Municipal de Providence, donde atendía asuntos relacionados con los ciudadanos, mostrando un alto grado de amabilidad y empatía.
De hecho, en varias ocasiones fue apodado como el «Juez Solidario» debido a su disposición para conmutar multas monetarias a personas de bajos recursos.
Uno de los casos que se hizo viral ocurrió en 2019, cuando anuló una multa por exceso de velocidad a un hombre de 96 años que estaba llevando a su hijo discapacitado al hospital.
REDACCIÓN REVISTA EL ORADOR