La provincia de Santa Fe, Argentina dio un paso histórico al eliminar toda referencia a una religión oficial en su Constitución. La Comisión de Declaraciones, Derechos y Garantías de la Convención Constituyente aprobó un dictamen de mayoría que modifica el artículo 3, consagrando un principio de laicidad positiva más claro y efectivo.
Este cambio fortalece la consolidación de un Estado moderno, plural y respetuoso de la libertad de creencias. Miles de fieles lo celebran como una conquista simbólica, ya que durante décadas reclamaron visibilidad y trato igualitario dentro del marco institucional.
El proceso marca un hito en la reforma constitucional provincial, garantizando que el orden civil y el religioso mantengan una distinción precisa. De este modo, Santa Fe se abre a un modelo inclusivo que reconoce la diversidad espiritual de sus habitantes sin exclusiones ni privilegios particulares.
Walter Ghione, convencional constituyente y referente evangélico, defendió durante años la necesidad de asegurar igualdad de condiciones para todas las confesiones. Su labor persistente para visibilizar y legitimar el aporte social, espiritual y comunitario de las iglesias evangélicas encontró un punto de inflexión con este reconocimiento constitucional.
La nueva redacción del artículo establece que “la Provincia no tendrá religión oficial” y garantiza la equidad institucional. Ghione destacó: “No se trata de excluir, sino de incluir. Este es un paso más hacia una Santa Fe que abraza su diversidad espiritual y reconoce a quienes trabajan día a día por el bienestar de las personas desde la Fe, sin privilegios ni discriminaciones”.
Este planteo busca no solo equidad legal, sino también abrir el camino hacia una convivencia pluralista, en la que cada credo contribuya a la vida pública desde sus convicciones.
El reconocimiento constitucional llega en una etapa de articulación positiva inédita entre el gobierno provincial y las comunidades de fe. Esta cooperación se traduce en aportes concretos en áreas sensibles como la seguridad ciudadana, la pacificación territorial y la salud mental.
Las iglesias ya demostraron su valor en la prevención, el abordaje y el acompañamiento de personas con consumos problemáticos. Su inserción comunitaria se convierte en un recurso estratégico para el Estado.
La eliminación de la religión oficial no debilita las creencias; al contrario, fortalece la posibilidad de que cada confesión aporte libremente al bienestar social. Santa Fe abre así un nuevo horizonte de respeto, cooperación y equidad institucional que puede servir como modelo en Argentina.
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