El pastor Arnaldo Barros lidera la Iglesia Geração Eleita en Acre, Brasil, y ha transformado la vida de más de 5,000 hombres y mujeres.
Ellos decidieron abandonar facciones criminales gracias a la fe en Jesús y al apoyo activo de la comunidad cristiana.
Barros dirige desde el corazón del Amazonas el proyecto Paz no Acre, que brinda ayuda a exmiembros de organizaciones criminales como el Primeiro Comando da Capital (PCC), el Comando Vermelho (CV) y el Bonde dos 13.
Este último es un grupo local con profundas raíces en el estado.
El pastor realiza ceremonias públicas y graba en video la salida de cada persona para formalizarla ante sus antiguos jefes.
Luego, envía las pruebas a los líderes criminales para garantizar la desvinculación y evitar represalias contra quienes deciden dejar el crimen.
Las reglas no escritas de los grupos criminales del Acre incluyen una norma que da sentido al trabajo de Barros: “La salida es la iglesia”.
Quienes intentan retirarse por otros motivos suelen enfrentar la muerte como única opción.
Por eso, el Evangelio actúa como refugio legítimo y mediador seguro para quienes buscan iniciar una nueva vida lejos del delito.
Historias como la de Rodrigo, que entró al crimen a los 14 años vendiendo drogas, muestran este cambio.
También la de Antonia, que abandonó la prostitución y las trampas del delito mediante la fe, refuerza el impacto de la comunidad cristiana.
Tanto hombres como mujeres reciben apoyo espiritual y social que les permite reconstruir su vida.
El investigador Bruno Paes Manso destaca que la iglesia evangélica es la salida más respetada para abandonar el crimen, especialmente en barrios periféricos.
Allí su influencia es fuerte y su testimonio resulta creíble para todos.
Barros acompaña sus intervenciones con testimonios grabados y difundidos en redes sociales.
Exintegrantes de bandas muestran cicatrices, comparten sus heridas y explican cómo su nueva vida gira en torno a la iglesia y la fe en Cristo.
Exconcejal de Río Branco, Barros asiste incluso en momentos críticos, como cuando rescata a un joven herido y lo lleva directamente a la iglesia para recibir cuidado y apoyo.
Quienes buscan salir del crimen reciben, además de asistencia espiritual, ayuda práctica para reinsertarse laboral y socialmente.
Muchas historias revelan que, tras dejar el delito, estas personas forman familias, recuperan vínculos y hallan un propósito renovado.
A pesar del peligro y la presión, la labor de la Iglesia Geração Eleita es comunitaria y solidaria.
La fe no solo actúa como refugio espiritual, sino como alternativa legítima de vida digna, seguridad y esperanza.
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