“Saquen el mayor provecho de cada oportunidad en estos días malos. No actúen sin pensar, más bien procuren entender lo que el Señor quiere que hagan” Efesios 5:16-17
Dios está mucho más interesado en cambiar tu mente que en cambiar tus circunstancias. Siempre oramos que Dios se lleve todos los problemas, el dolor, la enfermedad, y la tristeza. ¡Para Dios todo esto es importante! Pero más importante aún es lo que está sucediendo dentro de tu mente y tu corazón.
Cuando hablamos de los pecados del orgullo, odio, miedo, la envidia o la preocupación, estamos hablando de problemas que se originan en la mente. Si puedes aprender a administrar tu mente, has aprendido a manejar tu vida. ¿Por qué?
Mi mente controla mi vida: La gente dice. “¡Solo lo estaba pensando!” Sin embargo, cada acción comienza siempre como un pensamiento. En Proverbios 4:23 dice “Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida”. Si no lo piensas, no se hace. Si es un buen pensamiento, lo harás bien. Si es un mal pensamiento, lo vas a hacer mal. El rumbo de mi vida inicia en la mente.
La mente es el campo de batalla del pecado: Creemos que la tentación es algo que está ahí afuera, algo externo que se presentó y nos hizo caer. Pero no te tentaría si no hubiera un deseo contrario en tu mente. En Romanos 7:22-23 dice “Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder dentro de mí que está en guerra con mi mente”.
A veces eres consciente de esa batalla y otras veces no. Pero de que está sucediendo en tu mente y por 24 horas del día no se puede negar. Es una de las razones por las que uno se fatiga mentalmente porque es una batalla constante.
Es la clave de la paz y la felicidad: Tu tranquilidad aumentará dramáticamente si logras someter tu mente a Cristo. En Romanos 8:6 dice “Permitir que el Espíritu les controle la mente lleva a la vida y a la paz”. Una mente no controlada conduce a la tensión y el estrés. Una mente controlada conduce a la tranquilidad, la paz y felicidad.