He escuchado pastores decir: «Yo no uso redes sociales y le impido a mi congregación usarlas». ¡Dios mío! No puedo creer que la iglesia, la cual tendría que estar más actual que nadie, piense así. Qué diferente es decir: «Yo uso redes sociales y le enseño a mi congregación a usarlas correctamente».
Un día alguien me dijo:
—Yo no uso redes sociales porque después caigo en pecado.
—Mire hermano —le respondí—, el pecado no está en las redes sociales sino en el corazón y aunque usted no use redes sociales, pero sí en su corazón hay pecado de adulterio o fornicación, usted va caer con o sin ellas.
La Biblia nos habla de tener dominio propio y es la cualidad que nos da el Espíritu Santo para enfrentar cosas adversas, situaciones complicadas y tentaciones sin caer, y así poder caminar por los lugares, aún oscuros, llevando la palabra de Dios. El dominio propio no es para alejarnos del mundo, es para caminar por el mundo sin comportarnos como el mundo lo hace.
Claro está que yo uso redes sociales intensamente, por lo que he sido muy criticado. Algunos amigos me dicen que abusó de ellas, pero mi forma de usar las redes es para dos cosas; primeramente es para edificar y en segundo lugar para publicitar nuestros eventos.
EL PROBLEMA NO ES LA HERRAMIENTA SINO EL USO QUE SE HAGA DE ELLA
Es triste ver que a través de las redes los hijos de Dios nos ofendemos, levantamos falsos, criticamos, difamamos, debatimos, ¿y qué crees?; el mundo entero se da cuenta de la terrible división que existe entre nosotros. Me duele ver cómo las redes sociales son usadas por cristianos para destruir, difamar y debatir.
Hablo de los cristianos que se sienten los defensores de la doctrina y lo único que hacen es perder el tiempo juzgando en las redes, hablando mal de un cantante o de un predicador. Juzgan si son de Dios o no, destacan si alguno movió la mano e hizo tal o cual señal, acusándolo con ello de las peores cosas, con lo que muchos caen en el juego y responden defendiendo al cantante o al predicador. Mi consejo es que no caigan en el juego de la gente que no tiene nada que hacer.
La verdad siempre le digo a mí congregación: «Cuando usted lea un comentario negativo sobre mí, no conteste, no me defienda en las redes, no pierda su tiempo y mejor escriba algo que bendiga a las personas que lo leen».
RÍASE UN POCO CON ESTOS CONSEJOS:
—Si toma no tuiteé.
—Dime qué tuiteas y te diré quién eres.
—El que con tuiteros deprimidos se junta a llorar por twitter aprende.
—De la abundancia del corazón habla tu facebook.
—No mandes indirectas en twitter, especialmente si la persona que te ofendió ni siquiera te sigue.
Debemos estar conscientes de que toda herramienta en esta vida, sin excepción alguna, es un peligro si no sabemos usarla. Es ahí donde entra la urgencia de actualizarnos como iglesia en algo tan relevante como las redes sociales. Si somos líderes o padres de familia enseñemos a nuestra gente a usarlas de manera correcta, que por tus sugerencias y consejos no quede.