En el mundo de la política, uno de los actos más corruptos, es el nepotismo, que no es otra cosa que el favoritismo para con los parientes para otorgarles algún cargo en el gobierno.
Este acto es tan detestable ante los ojos de la sociedad, pues evidencia la injusticia de ambas partes, tanto del que favorece, como del que es favorecido. Este acto repudiable, tristemente también se da en el pueblo de Dios.
El rey Saúl fue un ejemplo de esto: “Entonces se encendió la ira de Saúl contra Jonatán, y le dijo: Hijo de la
perversa y rebelde, ¿acaso no sé yo que tú has elegido al hijo de Isaí para confusión tuya, y para confusión de la vergüenza de tu madre?
PORQUE TODO EL TIEMPO QUE EL HIJO DE ISAÍ VIVIERE sobre la tierra, NI TÚ ESTARÁS FIRME, NI TU REINO. Envía pues, ahora, y tráemelo, porque ha de morir” (1S 20:30-31) Dios había escogido a David, para que sea el próximo sucesor del rey
Saúl, sin embargo, los celos y la envidia de Saúl, eran tan grandes, que procuraba la muerte de David. Pero no solo los celos y la envidia estaban presentes en el corazón de Saúl, sino también la injusticia expresada en el favoritismo hacia su hijo, para que sea él quien le suceda en el trono, a pesar que sabía que Dios había escogido a David.
Sí, nepotismo puro. Saúl le dijo a Jonatán su hijo, que mientras David estuviera vivo, el supuesto futuro reino de Jonatán estaría firme. ¿Qué, acaso no sabía Saúl que Dios había escogido a David para ser el próximo rey de Israel? Sí lo sabía, pero no le importó, ¿y sabes por qué? Porque había perdido ya el temor de Dios:
“Y si invocáis por Padre a aquel que sin ACEPCIÓN DE PERSONAS juzga según la obra de cada uno, conducíos en TEMOR todo el tiempo de vuestra peregrinación.” (1Pe 1:17)
“Sea, pues, con vosotros el TEMOR DE JEHOVÁ; mirad lo QUE HACÉIS, porque con Jehová nuestro Dios NO HAY INJUSTICIA, NI ACEPCIÓN DE PERSONAS, ni admisión de cohecho.” (2Cr 19:7)
Sí, el nepotismo es el reino de la injusticia, es el reino donde Dios ha sido sacado para hacer la voluntad del hombre.
Dios es el que llama, prepara, equipa, envía y suple a quien Él designa para el ministerio. El hombre no tiene poder ni autoridad para llamar a alguien al ministerio. Eso es prerrogativa de Dios. El egresar de una escuela de teología es muy bueno, pero eso no te hace un ministro de Dios. Pero tampoco lo recibes como herencia de tu padre, no es hereditario. Sin embargo, hoy muchos pastores han creído que el ministerio es de su propiedad, que no quieren soltar el cargo cuando
Dios ya ha llamado a otro. Se han entornillados en los cargos, (no digo ministerio, porque ya no lo son) que solo son piedras de tropiezo, pues obran con injusticia.
Lejos de ellos está el temor a Dios. Echan mano de artilugios, ardides o mañas, para salirse con la suya, pues su meta es poner a sus hijos en los cargos, y así perpetrarse en el poder. Cambian sus reglamentos internos, envían a sus hijos a pastorear alguna obra pequeña, pero no porque tengan algún llamado, sino porque según sus reglamentos
internos, esta es la condición para pastorear una iglesia “madre” más grande. Un nepotismo sin vergüenza.
Algunos llegan a mismo crimen, sí al homicidio, pues persiguen, encarnizan, acosan, acusan sin piedad a los que temen como posibles sucesores, con el fin de sacarlos de en medio. Eso es odio carnal y diabólico:
“Todo aquel que ABORRECE a su HERMANO es HOMICIDA; y sabéis que ningún homicida tiene vida eterna permanente en él.” (1Jn 3:15) Son como Saúl, persiguiendo a David so miles de pretextos. Homicidas con Biblia y cargo. Hombres corruptos, sin temor de Dios.
Pero ¿dónde está Dios que no actúa? Pues precisamente Él está actuando, pero no en la vida del “Saúl” neotestamentario, sino en la de aquellos a quienes ha llamado. Les está formando el carácter, puliendo sus ministerios, enseñándole humildad, sabiduría y dependencia a Él.
Pero no solo pastores han caído en este mal, sino que misiones enteras igualmente.
Toda persona que ha sido puesta en el cargo, por obra y gracia del nepotismo, será aborrecida por muchos, aunque esto no sea justificado, como el caso de José, quien su padre le tenía preferencia por encima de sus demás hermanos: “Y viendo sus hermanos que su padre lo AMABA MÁS que a todos sus hermanos, le ABORRECÍAN, y no podían hablarle pacíficamente.” (Gen 37:4)
Esto es lógico, pues cada quién cosechará el fruto de su injusticia:
“Mas el que hace INJUSTICIA, recibirá la INJUSTICIA QUE HICIERE, porque NO HAY ACEPCIÓN DE PERSONAS.” (Col 3:25)
El nepotismo pondrá poner a los hijos en los cargos, pero nunca en el ministerio, a no ser que ese hijo ya traiga desde su nacimiento el llamado de servir a Dios, y existen muchos hijos que realizaron y realizan excelente trabajo al frente de congregaciones, o ministerios evangelísticos, porque desde el vientre de sus madres Dios ya los había escogido para usarlos, por lo tanto no fueron herederos de sus padres, fueron apartados por Dios.
Mas recuerda, Dios te llamó, Él hará su voluntad aunque el mismísimo infierno se oponga. El ministerio te lo dio Él. Te podrán quitar el cargo, si Dios así lo permite, pero nunca el ministerio, sea donde Él te ponga, o
te vuelva a poner.
Fuente de Información, La Verdad Ahora