Lo peor. Cuando supe la noticia de que mi papá había fallecido, sentí que mi mente se me fue en blanco. Completamente
alterada y sin fuerzas, caí de rodillas en mi habitación y lo único que podía decir, entre gemidos y llanto, repitiéndolo una y otra vez era “¡Ay Señor no me dejes, no me dejes!”. Me sentía abandonada y en angustia; una nube oscura me rodeaba y apagaba los tenues rayitos de sol de aquella mañana veraniega.
Unos minutos más tarde, cuando pude procesar el golpe de esa dolorosa muerte repentina, lo próximo que pensé fue: ¿Cuándo fue la última vez que hablé con papi? ¿Qué le dije? ¿Qué me dijo? ¿Se me quedaría algo pendiente
para comentarle, para contarle? Intenté transportarme a aquellas últimas conversaciones y tratar de revivirlas. Quería estar segura de que con mi papá hubiesen quedado cuentas claras.
Lo peor. Ahora que el tiempo ha pasado, reflexiono sobre esto y pienso que no sé si peor a recibir la noticia de su partida hubiese sido haberme quedado con algún resentimiento o con una falta de perdón, o que mi ultima conversación con papi hubiese sido en el marco de una discusión o de insultos o de palabras hirientes.
Gracias a Dios no fue así. Nunca. De papi tengo solo hermosos recuerdos y la satisfacción de haber disfrutado toda mi vida una relación sana y alegre con él.
¿Pero y qué tal si mi historia hubiese sido diferente? ¿Podré decir lo mismo si fuera mi esposo el que muriera? ¿Una amiga? ¿Algún familiar? ¿Y si algo así te pasa a ti? ¿Tienes “cuentas claras” con tus familiares más cercanos? ¿Con tus amigos? ¿Un ex? ¿Un vecino, un compañero de trabajo? Si la muerte le sorprende a uno de ellos, ¿tendrás la paz de que todo estaba bien? ¿Y si la muerte te sorprende a ti?
Dice la Biblia en Efesios 4:26: “No pequen al dejar que el enojo los controle. No permitan que el sol se ponga mientras siguen enojados.” Sin duda, con la puesta del sol pueden suceder muchas cosas. De un día a otro la vida puede cambiar. 180 grados. Y en medio de lo que vivimos, sea en consecuencia de nuestras malas decisiones o actos, o dentro de un acto de injusticia que otros hayan cometido en nuestra contra, el gobierno de nuestras emociones debe estar sometido al
Espíritu Santo y no al enojo, el cual le da paso a la obra del enemigo.
Efesios nos invita también a ser siempre humildes y amables, pacientes y tolerantes unos con otros en amor. En el capítulo 4, versículos 2 al 3, nos continúa exhortando a hacer todo lo posible por mantenernos unidos en el Espíritu
y enlazados mediante la paz. Esa es la paz que debemos buscar y mantener en nuestras relaciones. El mundo está demasiado cargado con maldad, críticas, envidias, mentiras, engaños y oscuridad. Nosotros tenemos que ser luz no solo entre los que no conocemos, sino también ante nuestros familiares, amigos, hermanos o compañeros de trabajo.
Mantén las cuentas claras. En humildad. Con amabilidad. Añádele mucha paciencia. Y maneja el proceso con tolerancia. Pero todo esto sobre la base del amor.
¿Tienes que pedir perdón? Hazlo hoy. ¿Necesitas desahogarte con alguien y abrirle tu corazón? No esperes mucho más. Nunca sabes cuando te pueda llegar la noticia repentina… y te aseguro que si dejas temas sin hablar o heridas sin sanar, no sé qué será peor.