Naturalmente debemos compartir un análisis en virtud de la reciente sanción de la ley que permitirá el aborto en Argentina. Lo primero que me gustaría señalar es lo siguiente: evitemos caer como iglesia en el juego político que nos presentan.
Desde nuestra posición hemos hecho todo el esfuerzo práctico para evitar que argentinos designados por el voto popular no legalizaran la muerte.
Esos argentinos (los legisladores que debieran representarnos), fueron elegidos por listas sábanas, que es lo que históricamente de un modo arcaico rige en nuestro país (un atraso que conviene a los mercaderes de la política).
Además, los “elegidos” que votan, en su inmensa mayoría están lejos de los principios y valores que vivimos y predicamos y que nos esforzamos por defender, “desde afuera”, como quién grita detrás de un alambrado, frente a lo que está ocurriendo “adentro de la cancha”.
Lo doloroso es que, a pesar de estar en un país donde vive una población que por inmensa mayoría no aprueba el ABORTO, el juego político hace que lejos de los argumentos científicos, sociales, religiosos, y de todo tipo, los que deciden, juegan “otro partido”, el partido de ellos, el de los puestos, las conveniencias, las ideologías partidarias, las presiones de interés, de modo de desnaturalizar el verdadero tema en discusión.
Escuchar esas largas e interminables exposiciones, haciendo ver que ejercen la democracia, cuando todo está sellado de antemano… porque para eso la prensa dijo una y otra vez que se demoraban en presentar el proyecto hasta tener la certeza de los votos comprometidos para ganar. Y así fue. Independientemente de TODOS los discursos de uno y otro lado.
Los discursos son para la fachada democrática. Pero de ninguna manera para darle lugar a la razón y menos para representar el sentir popular. Estamos en un laberinto peligroso donde para jugar.
a este juego “democrático” la única salida es tener legisladores que sean fieles a aquellos principios y valores de vida
e integridad indispensables para que democracia, los términos República, federalismo, libertad y derechos, sean conceptos que cobren sentido. El problema es que, “el sistema democrático”, en cuanto al poder legislativo, está constituido de tal manera (listas sábanas que obedecen a los intereses del partido y no del pueblo),
que a nosotros, quiénes deberíamos ser representados, nos resulta imposible elegir a los legisladores que tengan convicciones éticas y morales; y no me refiero sólo a evangélicos, sino a todo ciudadano que esgrime
esos fundamentos esenciales.
Argentina está constituida fundamentalmente por gente buena, que cree y tiene sanas convicciones. El 80% ha manifestado en diversas encuestas serias, creer en Dios. PERO A DIOS NO SE LO TIENE EN CUENTA, simplemente porque Dios no entra en el juego político que caracteriza a esta “estructura democrática”. Ahora bien, también
debemos asumir que, si Dios NO ESTÁ en la vida pública del país, no sólo en el Parlamento, sino tampoco en el Gobierno, los medios, los negocios, las universidades o las aulas escolares, esto se debe a que como Iglesia, somos los encargados de llevar la vida de Cristo a esos ámbitos, pero no lo hemos hecho bien, y en tal sentido tendremos que cambiar, para ser luz, sal e influencia del Reino en todas aquellas esferas.
Por lo tanto, admitamos que no todos los elegidos (Diputados o Senadores), compartan principios y valores, porque es Lo cierto es que, a esta altura, nuestra clase política ya no sabe moverse y decidir en base a convicciones, sino que lo hacen en base a circunstancias, intereses y oportunidades, en su mayoría, de índole inmoral y a espaldas del pueblo.
Y si no, miren al Presidente, cuya palabra hace tiempo ya, perdió todo peso. Decir que como católico, para él, EL
ABORTO NO ES PECADO… o cuando ofende a la mayoría de los argentinos diciendo que es HIPÓCRITA por oponerse o
no reconocer el aborto…
Por lo tanto, no dramaticemos este resultado, mucho menos habiendo hecho el gran esfuerzo que se hizo como iglesia y no sólo como evangélicos, sino en conjunto con los otros credos. Porque no se trató ni de convicciones, ni de creencias firmes, ni de principios y valores, sólo se trató de juego político local, independientemente de las exigencias
internacionales.
Son nuestros gobernantes, los que desoyen y avasallan la Constitución Nacional, los que no le dan valor a la vida, y lo
peor, los que legislan la cultura de la muerte. Ya veremos, las leyes que proseguirán a ésta. Si quieren una muestra, vean España y varios países europeos.
Es una cadena anti vida que supera con creces los estragos del COVID. Pero ÁNIMO. La prédica del evangelio no depende de las leyes de turno, y menos cuando éstas están concebidas en la oscuridad. Con
mayor ahínco debemos predicar el evangelio. El único que ofrece perdón para el más miserable de los pecadores. El único que trae paz en medio de tanta turbulencia e incertidumbre. El único que brinda poder para vivir en un mundo
hostil. El único que da una razón trascendente para vivir. El único que asegura vida eterna a todos los mortales que creen
y confiesan a Jesucristo.
Predicar el evangelio y vivirlo cada día, comprendiendo que, como la levadura, debemos mezclarnos en medio de la sociedad para transformarla. Siendo luz, iluminar los destinos de la sociedad; siendo sal, combatir los estragos de la corrupción y reconciliando TODO con Jesús, conforme a un Espíritu superior de amor, poder y dominio propio en cada
cristiano que habita en Argentina. Debemos prepararnos más.
Comprometernos más. Y participar más, para alcanzar más influencia de vida en nuestra comunidad.
No bajemos los brazos, renovemos nuestras fuerzas en el Poder Dios (Efe. 6:10), para continuar extendiendo el bendito evangelio y luchar esforzadamente en favor de la vida en todos sus órdenes, en unidad, fe y templanza.
“Los envío como ovejas en medio de lobos” …afirmó Jesús. (Mat. 10:16) “Iremos andando y llorando los que llevamos la preciosa semilla”. (Sal. 126:6).
La Palabra nos interpela: ¿Y cómo creerán en Aquel de quién no han oído y ¿Cómo oirán sin haber quien les predique?” (Rom. 10:14) Esos debemos ser nosotros, HOY MÁS QUE NUNCA. “Cuán hermosos son los pies de los que anuncian las buenas nuevas.” (Isa. 52:7).
ÁNIMO IGLESIA DE CRISTO. Nuestro Señor y Salvador nos sigue desafiando: “Se fiel hasta la muerte y yo te daré la corona de la vida”. (Apo. 2:20). Pastor Rubén Proietti, presidente de ACIERA.