Muchos no notan nada raro. Pero aquellos que en las iglesias prestan una responsable atención a todo lo que se predica, lo habrán advertido. ¿A qué me refiero?
En muchos púlpitos se impone últimamente un tipo de predicación en el que los predicadores enfatizan mucho más en lo que son sus propios enfoques sobre la vida cristiana, que en lo que dice la Palabra. Se inserta de vez en cuando algún versículo que solo cumple con la función de darle un barniz bíblico al mensaje, pero sin nada de importancia.
Esto no es una pequeñez, es muy serio porque atenta contra el conocimiento profundo de la Palabra.
Tenemos que saber que todos aquellos creyentes que carecen de conocimiento por la falta de lectura y también por la ausencia de buena enseñanza, son personas que se exponen peligrosamente a la seducción de cualquier filosofía que ande dando vueltas por allí.
Una persona con muy poca lectura bíblica es fácil de ser devorada por falsas iglesias maquilladas de cristianas que terminarán arruinando su vida.
La falta de conocimiento es igual a falta de discernimiento, eso quiere decir que no hay posibilidad de detectar si un mensaje viene de la luz o de las tinieblas porque eso lo detecta el discernimiento.
A gente con esta característica Pablo les llama “niños fluctuantes que son llevados por todo viento de doctrina, por estrategias de hombres (no de Dios) que para engañar emplean con astucia las artimañas del error” (Efesios 4:14-15).
Hoy en día, cualquier líder que exponga “su visión” de forma atrayente captará adeptos que correrán ingenuamente tras espejitos de colores ya que, al no tener conocimiento bíblico, no poseen las herramientas para comprobar la validez de lo que escuchan. Y serán engañados fácilmente.
¿Hay salida para este peligro que seguramente atentará contra nuestra vida y nos hará perder la paz en lugar encontrarla?
Sí hay salida. Lo primero, lo más inmediato, es escoger bien la iglesia en donde nos haremos miembros. Tomémonos el tiempo para averiguar consultando a todas las personas posibles. Y lo segundo, es ocuparnos de iluminar nuestras vidas sabiendo que solamente la Palabra nos traerá luz. Comencemos a leer y estudiar la Biblia hoy mismo. Si tomamos esta segunda con responsabilidad y perseverancia tendremos protección para toda la vida.