“¡Ay de ustedes, maestros de la ley y fariseos, hipócritas!, que son como sepulcros blanqueados. Por fuera lucen hermosos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de podredumbre.” Mateo 23:27
¿Sientes que tienes que tener todo bajo tu control para que las cosas funcionen? O ¿Entras en pánico cuando no recibes una respuesta inmediata? O tal vez ¿Crees que tienes que luchar para que todo sea perfecto y así obtener la aprobación publica?
Si respondiste “sí” a cualquiera de estas preguntas, es probable que te encuentres en las garras de algún temor en tu vida. He aquí tres temores que dañan y destruyen tu vida y las relaciones con otras personas.
Temor a exponerse: Una de tus necesidades más profundas es ser amado. Pero uno de tus mayores temores es ser visto como realmente eres. Esto le pasó a Adán cuando Dios lo buscó después de haber pecado en Génesis 3:10 “Oí tu voz en el huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo; y me escondí”. Hay cosas en ti que no te gustan y no quieres que nadie más lo vea. El temor por exponerte me aleja de otras personas.
Temor a la desaprobación: Esto sucede en tu matrimonio y/o relaciones todo el tiempo. Si alguien te dice algo que tiene un toque de desaprobación, inmediatamente te pones a la defensiva, acusas o dices algo malicioso. Adán también lo hizo diciendo en Génesis 3:12 “La mujer que me distes por compañera me dio del árbol, y yo comí”. Ni siquiera estaba culpando a su esposa, sino a Dios mismo. El temor a la desaprobación me pone a la defensiva y esto me aleja más y más de todos.
Temor a perder el control: El miedo a perder el control me hace exigente. Cuanto más fuera de control te sientes, más controlador te vuelves. Empiezo a dar órdenes y a querer dominar a todo el mundo. En Proverbios 12:15-16 dice “Los necios creen que su propio camino es el correcto…se enojan enseguida”. Sabes, no tienes que salirte con la tuya todo el tiempo. Lo único que hace esto es arruinar más tu testimonio y alejarte de otras personas.