“Pero la sabiduría que es de lo alto es primeramente pura, después pacífica, amable, benigna, llena de misericordia y de buenos frutos, sin incertidumbre ni hipocresía” Santiago 3:17

Mucha gente inteligente no es demasiado sabia. Pueden ser educados, pero no tienen sabiduría. Pueden tener todo tipo de títulos, pero son un fracaso con las relaciones. El hecho es que muchos de los problemas que tenemos en la vida se deben a conflictos relacionales.

No nos llevamos bien con la gente. Cuando tus relaciones son malas la vida es miserable. Por ello es muy importante que aprendamos a relacionarnos sabiamente con otras personas.

Si soy sabio seré razonable: Una persona sabia no está a la defensiva. Está abierto a la razón. No es terco/a. En Proverbios 12:15 dice “Los necios creen que su propio camino es el correcto, pero los sabios prestan atención a otros”. Una persona sabia no encuentra siempre “pelos y moscas en la sopa”. Si eres sabio serás razonable y no un criticón/a.

Si soy sabio no minimizaré tus sentimientos: Normalmente, cuando reaccionamos mal a las emociones de las personas, decimos cosas que duelen. En Proverbios 15:4 dice “Las palabras suaves son un árbol de vida”. Sabes, a menudo menospreciamos el sentimiento de otras personas o jugamos al psicólogo diciendo “Sé por qué te sientes así…”. A veces lo que se necesita es solo escuchar calladamente.

Si soy sabio, no te hare enojar: ¿Alguna vez has conocido a alguien que siempre está discutiendo, siempre buscando pelea? Hay 3 cosas que provocan discusiones, las comparaciones, el buscar culpables, y contradecirle a alguien. En Proverbios 20:3 dice “Evitar la pelea es una señal de honor; solo los necios insisten en pelear”. Las personas sabias trabajan para mantener la armonía.

Si soy sabio, no apuntare a tus errores: El amor y la misericordia olvida los errores. Cuando alguien tropieza, no los juzgues sino provee ánimo. Necesitamos aliento cuando tropezamos y no que nos den más palo. En Santiago 3:17 dice “Pero la sabiduría que es de lo alto…es misericordiosa y llena de buenos frutos”. Debo dar a los demás lo que ellos necesitan, no lo que merecen.

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