Estuvo, antes del virus, en la ciudad de Buenos Aires el famoso pensador y escritor Daniel Goleman, autor de uno de los
libros más vendidos de la última década:
“La inteligencia emocional”. En su charla volvió a ratificar el corazón de ese libro (que tiene que ver con un principio cristiano muy importante). Dijo que “las personas que triunfan en la vida no son las más inteligentes, ni las que tienen más títulos colgados en la pared, ni los más carismáticos, ni los más cultos, ni los más graciosos…son, sencillamente, los
que tienen dominio propio”.
El dominio propio, o autocontrol, es una de las disciplinas más valiosas que puede desarrollar el ser humano. ¿Por qué?
Porque nos permitirá controlar a nuestro peor enemigo, que somos nosotros mismos.
La vida se convierte en un desastre cuando permitimos que las emociones, y los deseos de la carne, nos controlen a nosotros.
No es fácil conseguirlo, pero de ninguna manera es imposible. La Biblia dice: “Ciertamente ninguna disciplina , en el momento de recibirla, parece agradable, sino más bien penosa; sin embargo, después produce una cosecha de justicia y paz para quienes han sido entrenados por ella”
Hebreos 12:11 (NVI). La Biblia le llama “templanza” y es uno de los frutos del Espíritu Santo.
¿Cómo anda usted con el dominio propio? (Le anticipo que no acepto la repetida excusa: “Bueno, yo soy así, tengo sangre italiana”. ¿Y la sangre de Cristo tiene menos poder?) ¿Nota que puede controlar las riendas de su temperamento? ¿O explota por cualquier cosa y tiene reacciones desproporcionadas? ¿Tiene la capacidad de aceptar de su pareja ideas diferentes a las suyas y discutirlas sin levantar la voz? ¿Es capaz de tener la grandeza de quedarse callado, para conservar la armonía, aun cuando lo asista toda la razón? ¿Es capaz de decirle no a un impulso de la carne o a un placer ilícito?
Si nos falta el dominio propio, todas las demás virtudes dejan de tener sentido. ”El que fácilmente se enoja, hará locuras”, nos recuerda la Escritura en Proverbios 14:17. Querida hermana y hermano: Dios colocó en su corazón la semilla de la “templanza”, es tarea suya hacerla germinar para que su testimonio brille en plenitud.( Gálatas 5:22).
“Cada atleta ejercita el autocontrol en todas las cosas. Ellos lo hacen para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible” 1 Corintios 9:25